sábado, 21 de abril de 2012

otro hombre joven murió ayer


Leerme de viva voz
tus gestos y tus ojos,
amparar mi palabra
en tu gélida boca:
que se conserve intacta
a través de  los lapsos
                    silentes
del pasado.

Sueño de vez en cuando
que aún conservo tus versos
                    álgidos       
en mis manos:
siento como si el aire
traspirara
la inercia de la piedra
regresando del limbo
al que conduce la sensatez siniestra.

Golpearme y saber
que nadie me responde;
verteré al muladar
el cadáver helado que me acompaña:
no volverá la muerte
a romper mi garganta.

                             ©josemaría-abril 2012

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