Ingenuamente piensa que se recuerda
la sonrisa,
que hay alguna sinapsis
uniendo el tiempo.
La maraña de ramas,
unas secas, otras apenas brotes,
que la miran
le impiden ver un bosque
donde quizás no abrase el sol.
Ayer no está aquí abajo
pero, qué importa el duende que habita
en las raíces,
la sombra del sombrero es suficiente
para beber la luz
o sonreír a las estrellas.
Para Violeta en su 32 cumpleaños
©josemaría-enero 2014
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