domingo, 18 de diciembre de 2011

cancioncilla de invierno



Vienes de Cala San Pedro
caminito de Las Negras
bañandote en el rocío
que te da la atocha fresca,
perfumada de ajedrea,
rozandote en mariselva;

quien fuera flor de tomillo
o zajareña de sierra,
quien zamarrilla que aplaque
las fiebres que tus caderas
me provocan cuando bajas
pisando la tierra suelta;

quien pudiera parecer
alhucemilla pequeña
y humilde besar tus pasos,
y subir entre tus piernas
con un perfume que cure
los amores que aún no piensas;

quien pudiera entretenerte
de este tiempo que no espera
y con olores llamarte,
y con caricias de tierra
capturarte en mis perfumes
en este invierno de arena.




Con este invierno-primavera, con esta explosión de aromas de estos cerros que recorro se me despiertan los sentidos. Un recuerdo me apasiona.
                                                                                                                                 ©josemaría-dic2011

sábado, 17 de diciembre de 2011

aquel autobús

    Hay un instante que todo lo puede, que salta los días
    y vive presente en el cielo dorado de nuestra 
                                          memoria.
    ¿Por qué no ha de ser ese instante
    el que ya para siempre te colme las horas?


    ¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso.
    Todas las cosas que son, son hermosas   
    aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día,
    que pasan rozando las vidas y nunca retornan
                                      José Hierro
              (variaciones sobre el instante eterno)


A pesar de los años, recuerdos y sonrisas
de un tiempo, de otro tiempo, del tiempo - ayer, pasado -
obsesionan la tarde con aquel autobús:
espacio horizontal que ahora nos distancia,
futuro, antes ajeno, detenido y constante,
vacío y sin palabras.

Recuerdos y sonrisas, aún sabiendo
lo que nos separaba.
A pesar de los años, los minutos volaban
tras aquel autobús del no se bien si eres
o no eres, la niña de mirada callada
o la mujer presente  de la respuesta clara.

A pesar de los años, te acurruco en mis brazos.
A pesar de la luna que siempre naufraga
en el círculo, luz que levanta los pasos
de cada madrugada,
recuerdos y sonrisas para aquel autobús,
espacio horizontal que siempre me acompaña.
                                                                 
                                                                   de cartas a Violeta
                                                                  ©  josemaría nov-2001


 







                                                     

sobre el amor

Antes que el alma
fue el amor.
Y antes que el amor
la nada.
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Tanta necesidad tenía,
que amontonó la arena
-dunas de corazones y de brazos ceñidos-
antes de llegar al mar.

Al sentarse en su orilla
solo había rocas
-preguntas sin respuestas salpicadas de olvidos-
para alcanzar las olas.

¿Qué tempestad no habría de suceder?
¿Qué encanto desbordando
la claridad del día?
¿Qué paciente aguacero para borrar los llantos?

-“solo el amor
engendra la maravilla”-

Sin nada más que hacer,
descalza como estaba,
se desnudó y saltó
hacia lo deseado;

después, al sorprenderse,
-que el mar también se traga el sol y los planetas-
poco a poco fue amando,
y el amor rellenó
cicatrices de estrellas,

y más amor llevó
dunas a otras orillas,
y pudo ser el alma
porque de amor vivía.



      Para mi hija Violeta en su veinticinco cumpleaños


                              ©josemaría-enero 2007

miope

A veces, nos gusta sentarnos a orillas del mar con una cerveza en la mano y charlar mientras oímos el rumor de las olas, la resaca que susurra constante a las piedras de la orilla una canción antigua como el agua y el Cerro Negro que miramos. Allí, me hace poner los “ojos de miope”, la mirada perdida mas allá, en San Pedro, me dice, para ver como el Cerro se parece a una cara, a la cara del mundo será, le digo, y yo haciéndole caso dejo mis ojos glaucos, como de niño chico, y vagan por esa orilla entre ella y el mundo, y la engaño, y me pierdo en su frente y sus recuerdos. A menudo, que extraño, nos ocurre que pensamos que el otro no nos escucha y es posible que no sea así, es posible que al mirarnos con ojos de miope nos pretenda ver mejor.



Una tras otra rompen
las olas
sobre su rostro oscuro,
sobre su boca negra
de cenizas de piedra;

nada hacia el mar
la costa,
hacia el viento imposible
que penetra en sus ojos
y enlaza sus cabellos;

le ha nacido una flor
a la cara del mundo,
justo en sus labios granas
ha brotado la risa
blanca como la espuma;

y yo sentado aquí,
frente al perfil del “Cerro Negro” mudo,
intentando mover de nuevo el horizonte
hasta tus ilusiones y tus nombres,
contemplandote, amándote,

detenido en tu boca,
inventando la luz
con la que despertarme de este sutil embrujo:
cuanto quiero mirar
lo tengo ante mis ojos;

nuevamente tu voz
me captura en el tiempo,
suenan los cantos
al retirarse en tu interior el agua,

la silueta del sueño
me convierte en miope:
ya no puedo mirarte
por mirar tus palabras.


                                      para Ame


                               ©josemaría-febrero 2007

domingo, 11 de diciembre de 2011

fotogramas de mi Barrio: en La Molineta

Todas las piedras me conocen.
También estaba ella,
aquí se desfloraron nuestros cuerpos,
pero ya era mi mundo.

Ya estaba yo en la cueva.
Ya estaba dentro de la roca traspasada de acequias.
Ya estaba perfumado
de tomillos y adelfas.

Ya nadaba en el viento
de cara a la bahía
ahogándome de soles,
retorciéndome, bebiéndome esta luz.

Ya las olas de esparto y de marrubios
me habían inundado.
Ya el olor del verano
me meció con los pinos.

Ya era un cuerpo uniforme recostado en la laja:
amonites y chapa.
Amante fui después,
también estaba ella,
pero ya era mi mundo.

                           © josemaría  2005
                                                                            

Birmingham día 3º

Ahora que parece que están terminando de musicarla, os la pongo completa


Media pinta de rubia,
media de adolescentes en su baño
de locuras de viernes descansados,
media de vómitos,
media de fish and cheeps despedazados,
media de isla: frío Julio, verano desusado.

Café sin nombre,
muchachas negras sin ojos y sin brazos,
putas de contrabando,
cerveza amarga en canales nadando.
Barcazas que rebanan
los sueños, el letargo
en los bancos de azufre,
y a los pies todo el fango:
media de vómitos,
media de peces en papeles pegados.

Los señores son pocos,
rubios, destartalados,
obreros en sus casas de ladrillos cansados:
sucios desconocidos
con la rutina armados,
creyentes de tristeza o simplemente hastiados
de pintas de cerveza, de indios,
de africanos:
media de grasa,
media de sol encerrado en un vaso.

No es India, Nueva Dheli,
es England, Birmingham,
ciudad-colonia sin rostro y sin pasado:
no es historia la piedra por la piedra.
Taxis, turbantes,
pan ácimo y burdeles,
fútbol, criket, ginebra,
peleas de padrinos en hoteles:
media de flores,
media de nubes en el alcohol flotando.

Las calles son oscuras,
de un gris difuminado.
Los recuerdos me arrastran
a cartas del pasado,
a pechos indolentes, a bocas,
a papeles en el ser o no ser de mi teatro.


Plis, plis:
media pinta de olvido,
media de sexo,
media de penas para vaciar el vaso,
media pinta de rubia
que la acabo y me marcho.
                                                         ©  josemaría-Julio-98