Me estalla el párpado
frente al espejo oscuro,
luego, la arena,
perenne
como el sueño,
se introduce en mis ojos;
derrama la ciudadfrente al espejo oscuro,
luego, la arena,
perenne
como el sueño,
se introduce en mis ojos;
una luz como azogue
vertido en el envés
de otras ciudades vivas
-de otros puertos perdidos
en otros mundos-,
el destello imposible
me ciega y me acobarda;
me recreo en el reverso
de memorias y olvidos,
que triste es el regreso
de las idas al alba,
y emprendo mi camino por La Rambla
todavía sin reflejo,
sorprendido en el tránsito
de las sombras al día;
huyo de las orillas
hacia el monte que aguarda
a que el atardecer
se desprenda del agua
¡ay!, soledad de los almendros negros,
¿Cuándo te hiciste amarga?,
¿cuándo adelfal que mi memoria sangra?
©josemaría-febrero 2011
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