El Borracho ¡Babieca!
El bajaba a la plaza
que estaba rodeada de una baranda verde,
los chiquillos, burlones,
nunca se percataron
de aquellos ojos líquidos
desprovistos de sol;
no mirarlo de frente,
intentar no recordar la noche,
los llantos, los vahídos:
burlarme yo también, aniquilarlo
¿cuándo habría muerto?
¿cuando perdió su nombre verdadero?
Cuerpo de trapecista,
payaso melancólico
sumido en la bodega de su mente:
desde el letargo
triple salto mortal reprochado a la vida
sin redes, sin arneses;
como en un catafalco,
siempre es su última hora,
estaba expuesto al público para mayor escarnio:
la plaza su ataúd, su risa el llanto;
iba a “las barandillas” de mi barrio
a explicar que lo primero que se pone en la mesa
son las moscas
que le nacieron a su cadáver zafio.
©josemaría-agosto 2011
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